¿Qué es la empatía y para qué sirve?
La empatía es ponerse en la piel de la otra persona, ser capaz de entenderla, de tratar de comprender qué pasa por su mente, cómo y por qué se siente así. Pero es una visión no desde nuestra perspectiva, sino intentando pensar como piensa el otro, con sus creencias, sus valores…
La empatía parte de la validación, de comprender que los sentimientos de una persona son posibles en la situación en la que se encuentra, aunque nosotros en su misma situación tuviéramos otros.
Dicho en palabras más sencillas y con un ejemplo, para nosotros puede no ser muy importante el hecho de no tener hermanos, pero para otra persona sí puede serlo. En esta situación, la persona empática apartaría su “escala de importancia” para entender el sufrimiento del otro desde “su escala de importancia”.
El grado de empatía
Hay personas que tienen una facilidad natural para hacer lo que anteriormente hemos descrito pero hay otras que son incapaces de hacerlo. Sin embargo, ¡cuidado! A veces confundimos la empatía con otro concepto que si bien no es lo mismo, es una parte fundamental para que se produzca la empatía. Hablamos del reconocimiento de emociones.
Nos referimos a reconocer la tristeza, la alegría, el miedo, el enfado. Hay personas que son capaces de identificar rápidamente el estado emocional en el que se encuentra otra persona y hay otras que no consiguen identificarlo, siendo un poco exagerados, aunque se lo escriban en la frente.
Lógicamente, en este paso previo a la parte más cognitiva de la empatía influyen muchas variables: la familiaridad que tenemos con la persona que tiene la emoción, nuestro grado de cansancio, su predisposición comunicativa, etc.
¿Cuándo demostramos empatía?
Podemos ser una personas muy empáticas, pero si no lo demostramos, si no lo ponemos en práctica no sirve para nada. Dicho esto vamos a enumerar algunas ocasiones en la que podemos utilizarla:
- Cuando sabemos escuchar y comprender los sentimientos del otro sin estar tan pendiente de nosotros mismos y de nuestras palabras.
- Cuando no solo utilizamos las palabras para consolar. También un abrazo, una palmada en el hombro, un beso o una caricia nos hace ser más empáticos.
- Cuando estamos con alguien que tiene un problema y le ayudamos con el sentido del humor por ejemplo.
- Cuando nos expresamos con delicadeza y cortesía.
- Cuando no mostramos gestos de aburrimiento hacia lo que nos cuentan los demás.
- Cuando no hacemos un comentario que sabemos que le va a molestar al otro.
- Cuando hacemos entender a un anciano o a un niño por ejemplo que lo entendemos, que lo comprendemos.
- Cuando ayudamos a resolver problemas y somos capaces de calmar a los demás.
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